A mi amigo Manolo le dijeron la pasada semana que se preparara las maletas, que le tocaba cubrir la Eurocopa de Austria y Suiza. Evidentemente, Manolo es un pseudónimo, pero el resto es 100% triste y verídico.- Manolo, cucha, ven p'acá...
- Dime (con más miedo que vergüenza)
- Tú sabes que este año hay Eurocopa, ¿verdad?
- Sí, claro (con cara del que se sabe a punto de comerse un marrón)
- Pues, hala, prepárate, que te vas a cubrirla...
Mi amigo Manolo, que es así de buena gente, puso cara de ser el tío más feliz del mundo cuando, en realidad, uno sabe que este tipo de desplazamientos son una putada y de las gordas.
Dormir es una entelequia y se va siempre a contrarreloj.
Como me dijo un compañero que tenía muchos kilómetros en la mochila, "en este tipo de movidas, estamos un escalón por debajo de las putas... no cobramos y tenemos que estar siempre dispuestos y con buena cara".
Asumido el marrón, Manolo se dedicó a prepararse mentalmente y, claro, él es así de raro y tiene la extraña costumbre de comer tres veces al día, así que, ni corto ni perezoso preguntó por el asunto de las dietas, es decir, la pasta diaria para que uno pueda alimentarse.
- Tú pagáte lo que quieras, pides factura y nosotros ya te hacemos el abono correspondiente - le dijeron, con esa sonrisa que ponen todas las empresas en estos casos.
O sea, traducido al lenguaje normal, "o comes bocadillos de mortadela o no te cubrimos los vicios".
Manolo que, pese a ser buena gente, gilipollas no es (al menos, no del todo), pensó en lo que pensamos todos alguna vez: ¿por qué cojones no me hice notario?
Y sumido en esas cavilaciones, se acordó de lo de la garrapata asesina y oye, puestos a preguntar, que no se dijera.
- No te preocupes, que todo está pensado.
Y todo esto por 800 miserables y cochinos euros al mes.
Manolo, querido, te lo digo siempre. De tan bueno que eres, te toman por tonto.
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