19 de febrero de 2008

Por un puñado de votos

Pues parece que mis primos ya se han puesto de acuerdo. Oye, qué felicidad. Llevaba yo unos días con el sueño cambiado, fíjate tú.
Sin embargo, a mí no me importa que el plató sea más o menos cuqui. Al fin y al cabo, eso son efectos especiales. Y bastante nos engañan habitualmente como para que nos distraigamos con cosas que no tienen importancia.
Lo que a mí me importa es lo que van a decir. Al ritmo del vamos a contar mentiras, tralará, nos darán vaselina, prometiéndonos el oro y el moro, vendiendo hasta a su abuela por un puñado de votos. Y luego, cuando nos sentemos en la silla, que es lo que nos interesa de verdad, si te he visto no me acuerdo, donde dije digo, digo diego y el consabido io non parlo la tua lingua, que siempre queda muy bien y es muy socorrido. Mucho más que el terrible y triste "estaba muy borracho", que ya no se lo cree nadie.
Lo suyo, para que la cosa fuese mucho más amena e interesante, sería colocarles en el catering unas cuántas pastitas de peyote, que hace flipar en colores y, además, suelta la lengua que te cagas.
Así nos dejaríamos de tanto mireusté y tanta petazeta y podríamos ver cuál de los dos tiene menos vergüenza.
Aunque, por otra parte, creo que eso ya lo sabemos todos.
Pese a todo, no deja de ser triste que lo único que nos quede es elegir el careto del que nos va a estar dando por saco durante 4 largos años.

No hay comentarios: