Pues parece que mis primos ya se han puesto de acuerdo. Oye, qué felicidad. Llevaba yo unos días con el sueño cambiado, fíjate tú.
Sin embargo, a mí no me importa que el plató sea más o menos cuqui. Al fin y al cabo, eso son efectos especiales. Y bastante nos engañan habitualmente como para que nos distraigamos con cosas que no tienen importancia.
Lo que a mí me importa es lo que van a decir. Al ritmo del vamos a contar mentiras, tralará, nos darán vaselina, prometiéndonos el oro y el moro, vendiendo hasta a su abuela por un puñado de votos. Y luego, cuando nos sentemos en la silla, que es lo que nos interesa de verdad, si te he visto no me acuerdo, donde dije digo, digo diego y el consabido io non parlo la tua lingua, que siempre queda muy bien y es muy socorrido. Mucho más que el terrible y triste "estaba muy borracho", que ya no se lo cree nadie.
Lo suyo, para que la cosa fuese mucho más amena e interesante, sería colocarles en el catering unas cuántas pastitas de peyote, que hace flipar en colores y, además, suelta la lengua que te cagas.
Así nos dejaríamos de tanto mireusté y tanta petazeta y podríamos ver cuál de los dos tiene menos vergüenza.
Aunque, por otra parte, creo que eso ya lo sabemos todos.
Pese a todo, no deja de ser triste que lo único que nos quede es elegir el careto del que nos va a estar dando por saco durante 4 largos años.
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