9 de febrero de 2008

No aprendemos

Y digo yo, ¿qué necesidad hay de tener que levantarse un sábado para ir a hacer deporte de verdad?
Pensaba que ya teníamos una edad en la que habíamos aprendido que el único deporte que merece la pena es el que se practica con cualquier consola.
Si te apetece algo agresivo, prácticamente extremo, tienes la Wii.
Si eres más bien sedentario, la Play es tu opción. Y me refiero a la 2, que la 3 es inalámbrica y te puedes mover en exceso. Y tampoco es plan.
Pero no, oye.
A las 11 nos juntamos.
Yo he aparecido a la una menos veinte. Cuanto más tarde llegue, menos agujetas tendré, he pensado, en uno de esos extraños momentos de lucidez que, muy de vez en cuando me asaltan y sorprenden.
Resulta que, al final, el partido (de júrgol, claro) ha sido de una a dos.
Y me duele todo, claro.
Y lo peor es que SÉ que hasta el miércoles, como mínimo, me seguirá doliendo todo.
Y aún hay más. Un par de valientes, encorajinados y flipados por lo de hoy, han propuesto un partido de tenis para el próximo sábado. Y no, no se refieren a la Wii.
Si es que no aprendemos, coño.

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