20 de diciembre de 2007

Me jugué la vida por una tontería

La última vez que me jugué la vida por una tontería fue hace muchos, muchos años y, afortunadamente, no parece ayer.
Cuando el único deporte de riesgo al que uno está acostumbrado es al de beber el garrafón que sirven en el 99.9% de los bares de Madrid, cuando uno se ve en una situación en la que lo único que tiene para beber es el agua no potable de un río perdido en los Pirineos, es inevitable que se pregunte qué cojones hace allí.
Éste fue el resultado.
No hace falta añadir que nunca más me volví a jugar la vida de una manera tan estúpida.
Donde esté el garrafoning, que se quiten todos los demás deportes de riesgo.

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