6 de noviembre de 2007

El portador del anillo

Se me casó un amigo en el mes de Septiembre. Y el muy cabrón me hizo llorar. Vale, está claro que estoy situado en las antípodas de Dirty Harry (aka Harry el Sucio) porque lloro con cualquier cosita. Sin ir más lejos, cuando el equipo de los aliados marca el primer gol en la mítica Evasión o victoria, se me saltan las lágrimas y se me ponen los pelos como escarpias, qué le voy a hacer.

Y por supuesto que, después de dar el “sí, quiero” que, por cierto, me hizo mucha gracia y no pude evitar sonreír cuando el cura dijo que ambos venían de manera voluntaria ante el altar porque pensé que sí, que ambos venían de manera voluntaria, pero una más que el otro, empezó el cachondeíto con el auténtico portador del anillo que, más de mes y medio después de dar el gran paso, siente el peso del mismo.

Frodo, antiguamente conocido como mi amigo, muestra el miedo en sus ojos cuando le dan las 2 de la mañana y le pilla esa hora bruja dentro de un bar, rodeado de amigotes, antiguamente conocidos como sus amigos y, por supuesto, con una cerveza en la mano.

Algunos queremos compartir su carga porque, qué coño, se le quiere, pero es imposible. En la tarea de cargar con el anillo, está solo. A ver quién es el guapo que se atreve a enfrentarse a la ira de Sauron (aka, la mujer de mi amigo).

Yo no, desde luego.

Pd1: tómese este artículo desde el cariño y el humor sano, si’l vous plaît..

Pd2: ¡Avelino! ¡Ven a casa ya! ¡Imbécil!

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