18 de octubre de 2007

CQC y el talento ausente


Ayer vi, no del todo, lo confieso, el programa Caiga Quien Caiga. Lo siento mucho, pero no puedo con él. Es más, no sé por qué lo hice. Supongo que porque aún recuerdo los buenos momentos que me hizo pasar el auténtico CQC, es decir, el de Wyoming y compañía.

Porque sí, el nombre continúa siendo el mismo pero el contenido se parece lo mismo que un huevo a una castaña. Donde antes había dosis ilimitadas de ingenio, ahora sólo hay mala educación y grafismos añadidos.

Aquellos hombres de negro originales ponían a prueba a políticos y artistas con grandes cantidades de talento, ganándose el respeto y, al final, consiguiendo que todos ellos quisieran tener las gafas del programa. Porque ya se sabe, eso de salir en las fotos es un deporte que practica toda la clase política ibérica.

En cambio, los de ahora, con la mala educación y la falta de respeto por bandera, que una cosa es acudir al ingenio para poner en un brete a, por ejemplo, un ministro, y otra muy distinta es tocar las pelotas así, porque sí, guas, guas, porque nosotros lo valemos, sobreviven gracias al buen nombre del programa que hizo Wyoming y su equipo.

Luego se quejarán cuando la gente deje de hablarles. Normal. Una cosa es exponerse a un duelo de ingenio en el que sabes a lo que te enfrentas, la gloria o el fracaso, y otra muy diferente es que te vilipendien colocándote todo tipo de grafismos añadidos. Pero claro, el talento hay que pagarlo. Y es mucho más fácil intentar generarlo por ordenador. Otra cosa es que se consiga.

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