10 de febrero de 2012

España helada

Argüir que la reforma laboral que propone el gobierno "va a fomentar el empleo abaratando el despido", es igual de estúpido que afirmar que cortándote la cabeza, te crecerá el pelo.
Abaratando el despido lo único que se conseguirá es aumentar la precariedad del empleo, incrementar la tasa de paro y, por supuesto, permitir que las grandes empresas se vean beneficiadas.
Menos para el currito, más para el empresario, como debe ser, claro que sí.
Temía el jefe del gobierno que se le fuera levantar el personal con una huelga general. No caerá esa breva, tranquilo.
Al pueblo español, cateto e ignorante desde sus orígenes, porque así le hicieron sus monarcas (con la inestimable colaboración de la iglesia) para manejarlo a su antojo, jamás reaccionará por una cuestión tan importante como ésta.
Eso sí, denle al pueblo una distracción donde poder descargar todas sus frustraciones; apliquen la vieja receta romana del pan y el circo.
Mientras existan guiñoles en Francia que se burlen de los deportistas españoles, el pueblo tragará con la reforma laboral esbozando la mejor de las sonrisas.
Me avergüenzo de la mayor parte de mis compatriotas, anestesiados e idiotizados, yonkis de estupideces, esclavos perfectos.
Os mean encima, os dicen que es lluvia y abrís la boca para saciar vuestra sed.
De las dos Españas de las que hablaba Machado ya sólo queda una.

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