16 de diciembre de 2011

Reformas, mentiras y estafas

La reforma laboral por la que apuesta Rajoy está plagada de términos orwellianos: nombrar las cosas con un calificativo contrario a lo que significan en realidad, como sucedía en la profética obra de George Orwell, 1984, en la que se denominaba Ministerio del Amor al encargado de reprimir y asesinar a los ciudadanos disidentes.
Lo que proponen estos lumbreras es un atentado en toda regla contra el estado del bienestar. Bajo el orwelliano "contrato de fomento del empleo estable", se camufla una herramienta que permitirá que despedir a un trabajador sea más fácil y barato, que las empresas se puedan saltar a la torera los convenios colectivos, que el sector público recurra a las ETT para realizar contrataciones (en vez de convocar oposiciones), que las empresas nos puedan reducir el horario o el sueldo por "causas económicas, técnicas u organizativas" (es decir, por lo que les salga de las narices) y que, en definitiva, se establezca un único tipo de contrato: el precario.

La precariedad laboral la fomentan allá donde gobiernan. En Madrid, un ejemplo de política orwelliana autoritaria (aquí, la última, sobre el Metro), han aprobado que los comercios puedan abrir los siete días de la semana a partir del próximo mes de Mayo.
Esta medida sólo favorecerá a las grandes superficies, que son las que tienen la capacidad para hacerlo, incrementando de paso los contratos basura, ese insulto que han bautizado como mini-job. Si tan maravilloso es, aplíqueselo usted, Rosell, a ver qué tal le va.
El resto de los comerciantes, que son la mayoría, no podrán competir y tendrán que cerrar sus comercios o despedir a los pocos trabajadores que tienen.
Para que luego digan que el PP defiende a los emprendedores. Otra mentira.

¿A quién beneficia esta reforma? Al gran empresariado, que es el que ha provocado esta crisis, con la connivencia de los políticos y el visto bueno de los organismos reguladores (que los hay).
La Asociación Española de Banca publicó ayer un informe en el que declaraba que "los bancos españoles, a 30 de Septiembre, han obtenido un beneficio de 9.328 millones de euros". En uno de los peores momentos (según dicen) de su crisis, y después de haber sido rescatados con dinero público, los bancos españoles siguen llevándoselo crudito.
Se demuestra, una vez más, que esto no es una crisis, es una estafa.
Si esto sigue por este camino, y todo apunta a que no solo seguirá, sino que empeorará, el ciudadano indignado no será sólo el personaje de este año: lo será de todo el siglo.

La imagen que acompaña este artículo procede de esta página

No hay comentarios: