28 de octubre de 2011

Hipócrita austeridad

"Austeridad, austeridad y austeridad", repiten como un mantra los políticos irresponsables, los mismos que colaboraron en el desarrollo de la burbuja inmobiliaria, cuando daban lecciones sobre economía a todo el que quisiera escucharlas.
Apretarse el cinturón, esa es la clave o, más bien, apretaos el cinturón, vosotros, curritos, que sois unos manirrotos y habéis estado viviendo por encima de las posibilidades que os permitían los mil cochinos euros al mes que os soltaban nuestros amigos los empresarios, saltándose a la ligera (con el inestimable visto bueno del 90% de sus señorías) todas las dignidades laborales que se consiguieron con gran esfuerzo a lo largo de muchos años.

Se olvidan, por cierto, de que en esos años de ladrillo y rosas, los bancos concedían créditos hipotecarios no sólo por el importe íntegro de la vivienda, sino también para el coche, un viaje, una reforma y, toma, majete, 3.000 pavos en efectivo para que te des un capricho, que te lo mereces.
La trampa la tendió la banca, de nuevo con la interesada colaboración de sus señorías. La irresponsabilidad de gran parte de la ciudadanía hizo el resto.

Hoy, mientras la banca sigue ganando y la ciudadanía tiene el cinturón tan apretado que asfixia, sus señorías mantienen la postura cómplice de entonces, contemplando el panorama (y el horizonte) mientras deslizan sus pulgares tras sus holgados tirantes, ufanándose por lo bien montado que les ha quedado el chiringo.
Disfrutan de lujos innecesarios e insultantes y continúan babeando su hipócrita mantra: austeridad, austeridad y austeridad.
¿Hasta cuándo vamos a permitírselo?
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