29 de abril de 2011

Una bella pierna velluda

La chica que se ha sentado a mi lado en el metro llevaba unos pantalones vaqueros con un pequeño roto a la altura del muslo izquierdo.
A través de él, carne mortal, evidentemente.
Y pelos.
"Anda, mira, esta chica no tiene novio", he pensado de manera casi inmediata, la neurona que me queda activada como por un resorte.

Y al instante siguiente, la parte racional que me queda se ha rebelado.
"¡Pero será posible el comentario machista que acabas de hacer!".
O sea, que una mujer sólo se depila para estar estupenda para su chico.
Tócate los pies.
A estas alturas de la película y me vienes con palomitas.
Porque igual de probable que la chica no tuviera novio es que sí lo tuviera.
Y que a él le dé igual. O mejor aún, que a ella le dé igual y si a él le importara, la puerta la tienes ahí.
Y tu sombrero, en el perchero de al lado; no dés un portazo cuando te largues, por favor.

Es más, ¿y por qué tiene que tener novio?
¿Y por qué no novia?
La probabilidad sería la misma.
¿Y si vamos un poquito más allá?
¿Y si la chica en cuestión no tuviera pareja ni ganas de tenerla y lo suyo fuera una opción personal?
¿Por qué narices me tengo que depilar?
¿Sólo porque soy mujer?
¿Sólo porque forma parte de la tradición?

Las tradiciones las aceptamos, seguimos, legitimamos o cambiamos las personas.
Nadie más que nosotros.
A medida que uno crece debe abandonar todas esas tradiciones que le son ajenas o que no comparte.
Es nuestra responsabilidad.
Yo ya lo hago.
¿Y tú?

La imagen que acompaña este artículo procede de esta página

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