19 de noviembre de 2010

Despierta, izquierda, despierta

Todas las licencias que la Comunidad de Madrid que apanda Esperanza Aguirre concedió para emitir en la televisión digital terrestre fueron a empresas que cojean de la pierna derecha o, mejor dicho, que sólo tienen pierna derecha.
Telemadrid es un vertedero de propaganda fascista que cada día bordea las leyes, coqueteando con los delitos y utilizando la libertad de expresión como excusa para contaminar indiscriminadamente.
Estos dos ejemplos son prácticas habituales en los lugares donde el PP ostenta el poder pero que no son nuevas, que nadie se engañe.

Su admirado Queipo de Llano (cuando digo "su" me refiero a la gran mayoría de fascistas camuflados de populares) ya lo utilizaba durante la guerra y la posguerra. Para más información sobre el asunto, recomiendo consultar el libro sobre Queipo de Llano del historiador Ian Gibson; toda una revelación, asquerosa, pero no sorprendente.

Enmierdar, pervertir, tergiversar o mentir directamente son prácticas habituales de todos los gobiernos autoritarios, donde las libertades individuales cada día son recortadas.
La mayor parte de la gente piensa en Cuba, Corea del Norte o China cuando se habla de lugares donde las libertades están amenazadas.
Sin embargo, nadie se acuerda de Italia, donde el fascismo de Berlusconi campa a sus anchas, Rusia, donde los periodistas mueren o son agredidos salvajemente por denunciar las atrocidades de un gobierno mafioso y corrupto, o de Estados Unidos, que cuenta con innumerables ejemplos de ninguneo constante a la libertad.

O, mirando un poquito más cerca, la Comunidad de Madrid, donde Esperanza Aguirre recorta de manera diaria y constante los servicios públicos, donde la educación religiosa la pagamos todos (incluso a colegios del Opus que son sólo para chicos o sólo para chicas, práctica anti-constitucional), creyentes y ateos, queramos o no, a través de los conciertos, donde los hospitales se construyen con dinero público y se entregan a empresas privadas para su explotación, aplicando la máxima del empresario español, "beneficios a cualquier precio", donde seguimos pagando el sueldo a seres despreciables que vomitan sus aberrantes opiniones a través de la televisión pública madrileña y donde, cada día, las libertades desaparecen inexorablemente.

¿Cuánto más necesitamos para despertar?
¿Es que no tenemos ejemplos suficientes para constatar que estos fascistas con piel de populares no creen en la democracia, sino que se sirven de ella para enriquecerse y enriquecer a los suyos, como sucede en Valencia, Madrid o Murcia?
Compañeros, hay que empezar a contestar y hay que empezar a hacerlo ya.
Mañana será demasiado tarde.

Pd: la imagen que acompaña estas líneas corresponde a un comentario de un lector que aparecía publicado en el diario ABC con motivo de la información sobre la manifestación contra Marruecos por la salvaje agresión contra el campamento de El Aaiún. Da miedo, ¿verdad?

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