28 de julio de 2010

Antonio Gamero, au revoir

Odio cuando la buena gente se muere.
Tendría que estar prohibido, coño.
Cuando me he enterado de la muerte de Antonio Gamero, uno de los rostros más conocidos y entrañables de la inmensa, talentosa y, cada vez más escasa, galería de actores secundarios de nuestro cine, se me ha encogido el alma.

Que Gamero nos deje significa que el mundo es más feo porque, si hay algo que no sobra precisamente, son tipos con esa cara de buena persona, reflejo de su alma bondadosa y, curiosamente, roja hasta más no poder.
¿No os da la impresión de que los malos y los hijos de puta, o no se mueren, o lo hacen con menor frecuencia?
Hasta para eso es injusta la vida, joder.

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