Sin embargo, de tan tierna edad les separan más de 15 años, lo que convierte su estado mental en algo bastante grotesco, porque tienen un comportamiento de adolescente atrapado en un cuerpo de más de treinta años.
Cierran todos los bares y se terminan todas las botellas que encuentran por su camino.
De jueves a domingo, la noche es su territorio.
Entran a trabajar sobre las 8 de la mañana pero eso no es ningún impedimento para sus correrías nocturnas.
Por el día intercambian correos y mensajes del tipo "jo, tío, estoy fatal", "no vuelvo a beber nunca más", "vaya fiestón" y "esta noche repetimos", ordenados cronológicamente.
Su ídolo es un chavalín de veintipocos, un nuevo compinche de fechorías.
Como la mayoría de los colegas del grupo ya no les seguimos el ritmo, han tenido que buscarse otros compañeros de fatigas.
El gurú de mis colegas responde a la siguiente definición, hecha por ellos mismos: está cuadrado, es guapete, tiene facilidad de palabra con las tías y folla todo lo que quiere.
Lo sé: mis colegas no eligen con mucho esmero a sus ídolos pero bueno, ellos tampoco dan para mucho, las cosas como son.
No descarto que se los haya follado a los dos.
Si les sirviera para espabilar y madurar un poquito, yo mismo le daría un beso al chaval.
Aunque mucho me temo que mis colegas seguirán en el País de Nunca Jamás hasta que las ranas críen pelo y no espabilarán en la vida.
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