15 de julio de 2008

Aprobé

Debo decir que para ser el día en que me examinaba del carnet de conducir estaba razonablemente tranquilo.
O razonablemente nervioso, que viene a ser lo mismo.
De hecho, el examen en sí fue una gilipollez.
Según mi profe, tuvo mucho que ver que el examinador fuese colega suyo y, claro, en deferencia, nos puso un examen muy facilito.
Aunque, por otra parte, de los cuatro que íbamos, sólo aprobé yo.

Lo que no significa que sepa conducir, ojo.
Lo único que quiere decir es que aprobé el examen.
Y eso que estuve a puntito de cagarla, porque casi me salto un ceda al incorporarme a una carretera.
Reaccioné tarde, pero reaccioné que, según mi profe, es lo que cuenta.
Supongo que es cuestión de detalles y, a lo mejor, otro examinador me hubiera suspendido.

Prometo que el día de mañana lo haré bien, hablando por el teléfono móvil, encendiendo un pitillo, metiéndole mano a mi copilota y pegándole un bocao al bocata de tortilla.
Y, por supuesto, abroncando a los otros coches, como debe ser.
Que para algo ya tengo el carnet de conducir.

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