6 de mayo de 2008

Los poetas y el abismo

"¿Comprendes ahora por qué nosotros, los poetas, no podemos ser sabios ni dignos? ¿Comprendes por qué tenemos que extraviarnos necesariamente, y ser siempre disolutos, aventureros del sentimiento?
La maestría de nuestro estilo es mentira e insensatez; nuestra gloria y honorabilidad, una farsa; la confianza de la multitud en nosotros, el colmo del ridículo, y el deseo de educar al pueblo y a la juventud a través del arte, una empresa temeraria que habría que prohibir.
¿Cómo podría ser educador alguien que posee una tendencia innata, natural e irreversible hacia el abismo?
Quisiéramos negarlo y conquistar la dignidad, pero dondequiera que volvamos la mirada, nos sigue atrayendo. De ahí que renunciemos al conocimiento, pues el conocimiento carece de dignidad y de rigor; sabe, comprende, perdona, no tiene forma ni postura algunas, simpatiza con el abismo, es el abismo. Por eso lo rechazamos, pues, con decisión, y nuestros esfuerzos tendrán en adelante como único objetivo la Belleza, es decir, la sencillez, la grandeza, un nuevo rigor, una segunda ingenuidad y la forma.
Pero la forma y la ingenuidad conducen a la embriaguez y al deseo, pueden inducir a un hombre noble a cometer las peores atrocidades en el ámbito sentimental (atrocidades que su propia seriedad, siempre hermosa, condena por infames); llevan, también ellas, al abismo.
A nosotros, los poetas, nos arrastran hacia él, dado que no podemos enaltecernos, sino solamente entregados al vicio."

Thomas Mann - La muerte en Venecia

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