20 de mayo de 2008

Las drogas son muy malas, aunque a veces, sólo a veces, no tanto

Toda la vida escuchando esa frase tan de madre que es "qué malas son las drogas", constatándolo en las propias carnes o en las imágenes de los que les pasan factura los excesos de la juventud (Keith Richards, verbigracia) para, de repente, recordar que a veces, sólo a veces, esa frase no es tan cierta.
Seguro que todos os acordáis del 11-M y no hace falta que coloque ningún enlace a la wikipedia o similar. Hay días que uno no podrá olvidar nunca y, desde luego, ése fue uno de ellos.

Imaginad la situación. Un chaval que se se coge el tren todos los días a la misma hora para ir a la universidad. Ese día, vaya usted a saber por qué, se detuvo en el andén de la estación para fumarse un canuto antes de montarse en el tren.
Minutos después su madre le llama preocupadísima al móvil porque en el tren en el que debería ir viajando acaban de estallar unas bombas colocadas en unas mochilas.

"Mamá, no me vuelvas a decir que las drogas son malas nunca más... a mí me han salvado la vida".
Y la madre del muchacho nunca fue tan feliz sabiendo que su hijo era un fumeta.
Sobre todo porque aún sigue siéndolo.

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