Llevo unos días leyendo por primera vez, aunque parezca sorprendente, el libro de "Los tres mosqueteros". Recuerdo que, cuando era pequeño, hice un intento, cogiendo uno de esos volúmenes encuadernados de manera tan chachi y que tan poco facilitan la lectura, con su letra diminuta y apretada. Lo abandoné, claro está.
Hace unos años compré el libro en una de esas colecciones de batalla que ofrecen los periódicos, probablemente los únicos motivos para comprar la prensa, y la semana pasada lo empecé.
Y oye, mola. Lo que son las cosas con esto de los libros o, por lo menos, lo que me pasa a mí. No me gustan las ediciones en tapa dura, en cambio, me das una edición gualtrapera de bolsillo y doy palmas con las orejas.
Al fin y al cabo, lo que importa, que es el contenido, es el mismo. Lo otro es maquillaje. Toda una metáfora de la vida.
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