30 de diciembre de 2007

Sorprendido por una reflexión

Me acaba de sorprender una reflexión como sólo este tipo de reflexiones pueden sorprender: por la espalda, a traición y sin vaselina. Tengo mucha más paciencia con un libro aburrido que con determinada gente. Y lo que es peor, no sé si esta dudosa cualidad es buena o mala.
Ambos son igual de sencillos de enviar a escardar cebollinos, ya que no debemos olvidar que ningún libro tiene una primera página en la que se pueda leer "este libro hay que terminarlo por imperativo testicular", igual que ninguna persona te dice a la primera de cambio "me tienes que conocer al 100% antes de mandarme lejos" pero, no sé por qué extraño motivo, me resulta más fácil mandar lejos a según qué gente que a según qué libro.
Supongo que, en el fondo, la literatura, sea del tipo que sea, me inspira mucho más respeto que determinadas personas.
O a lo mejor va a tener razón mi hermana cuando dice que me estoy convirtiendo en un viejo cascarrabias.
Aunque, por otra parte, sin negar lo anterior, empiezo a tener edad para poder a mandar al carajo a quien me dé la gana.

No hay comentarios: