17 de noviembre de 2007

Match Point


“Es preferible tener suerte a tener talento”.

Así empieza esta película de Woody Allen. He de reconocer que el cineasta neoyorquino no es santo de mi devoción. O, mejor dicho, no lo es toda su extensa carrera. Porque el Woody Allen de los comienzos, el de Toma el dinero y corre y Annie Hall, por citar un par de ejemplos, sí me pone bastante morcillón.

Sin embargo, independientemente de que sus películas actuales no me llamen especialmente la atención, lo que es indudable es que el primo Allen sabe hacer cine. Es de los pocos directores que conoce su oficio. Una rara avis.

Por eso, aunque sus películas no lleguen a gustarme del todo, siempre es agradable ver una cinta bien hecha. Que cada plano sirva al propósito de la historia. Que no haya nada dejado al azar.

Y eso es Match Point. Una película redonda, en el que todos los cabos quedan atados y bien atados. Además, con la peculiaridad de que, igual que en la realidad, los malos también ganan. Porque, a veces, el cine se parece a la vida.

Veredicto del sobaco: que nadie espere la típica comedia de Allen. Es una película seria pero, sobre todo, muy bien hecha. Una historia contada de manera magistral. Dos horas de duración, tal vez un poco larga pero, gracias al sorprendente final, merecen la pena todos y cada uno de los minutos.

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