La inolvidable tarde en la que, por fin, comprendí cómo son los hombres, me traje a casa un par de libros. Uno de ellos, La danza de la muerte, de Douglas Preston y Lincoln Child, lo empecé a leer el pasado viernes.
561 páginas tiene la novela. Llevo más de 200 ya. Y me está gustando. Está muy bien escrito y, sobre todo, muy bien traducido. A menudo no prestamos atención a este detalle, el de la traducción que, como casi todos los pequeños detalles, es el responsable de que algo funcione y pueda ser grande de verdad.
De momento, la cosa pinta bastante bien. Veremos si mantiene el tono.
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