Dos tías y tú; el sueño de cualquier tío.
Eso, al menos, es el mundo ideal que nos ha vendido la pornografía.
El fin de semana pasado estuve tomando unas cervezas con unos amigos.
Uno de ellos me contaba cómo, hace unos meses, un par de tías le propusieron un trío.
Lo rechazó.
Según me dijo, le venía fatal esa noche, porque al día siguiente había quedado para comer con su familia y no quería trasnochar.
Arqueé la ceja; nos conocemos desde hace demasiados años como para que una excusa de ese tipo no chirríe.
Mi amigo se percató y se apresuró a matizarla.
"Ya me cuesta con una, así que figúrate con dos", me dijo.
Le entiendo perfectamente.
Nunca me he visto en una situación similar ni, a estas alturas, espero verme jamás, pero estoy convencido de que también me hubieran temblado las canillas.
Por mucho que la pornografía nos haya pintado un mundo de luz y de color, en el que cuantas más tetas, mejor, no debemos olvidar que el cine porno, antes que cualquier otra cosa, es cine.
Y el cine, mal que nos pese, siempre miente.
La imagen que acompaña este artículo procede de esta página
No hay comentarios:
Publicar un comentario